martes, 12 de julio de 2011

La vió.

Él la vio entrando por esa puerta, tímida y dudosa por donde quedarse a esperar. Fue una entrada de lo mas increíble, ya que nada mas poner un pie dentro de aquella habitación el silencio se hizo escuchar.
No podía creer que en aquel cutre antro pudiera ver tal semejante belleza. Después de observarla durante lo menos cinco minutos, aún no se lo creía. Y más de una mirada tuvo que apartar porque ella se la devolvía y le hacia incomodar.
En ese momento el supo que algo más que simple atracción era lo que le había hecho saber que debía conocerla. Pasaron las horas y el chico no podía parar de pensar en el momento de la salida para poderla volver a ver y si por un acto de valentía se atrevía a hablarle.
Sí lo hizo, le habló, pero fue con una excusa tonta pero oportuna por la situación en la que se encontraban. El pomo de la puerta de aquel portal estaba extraviado y por cortesía empezó a indicarle como podía abrirla. Antes de que terminara de explicarle, ella ya lo había logrado. Fue algo muy curioso, había sido la única persona que había conseguido abrir la puerta sin tener que preguntarle, en todo el tiempo que llevaba en el portal.
En los siguientes días el estaba ansioso por volver a verla, pero esa semana la pudo ver solo un día más, cosa que le fastidió porque significaría que solo coincidirían esos días durante todo el verano. No le parecía suficiente con verla dos días a la semana.
A la semana siguiente el lunes la volvió a ver y muchísima ilusión le hizo poder volver a verla. Al salir él se fue a dar un paseo para matar tiempo con un colega. Y los dos se dieron cuenta de que estaba siguiendo el mismo camino que ellos tomaban.. Con la tontería el colega de él decidió hacerle la típica pregunta tonta para acercarte a una mujer. Le preguntó la hora y con pinta de estar un tanto nerviosa, le contestó. Pudo volver a escuchar aquella melodiosa y dulce voz, que ya casi ni se acordaba de como era. Le hizo ilusión por muy tontería inoportuna que le pareciese aquella pregunta.
Lo que más le fastidiaba sin duda, era no conocer si quiera el nombre de aquella persona que por alguna razón le atraía de esa manera.
Al siguiente día la volvió a ver aunque esta vez apenas, ya que se dio cuenta cuando ya se estaba marchando, cosa que le desilusionó un tanto.
Desahogando aquellos pensamientos escribiendo un relato, se dio cuenta de que en realidad lo que le haría desahogarse de verdad sería mostrarle ese relato a ella.
Aunque fuese un poco cobarde por no hablar con ella e intentar conocerla de una manera mas normal, tenía claro que prefería ser un cobarde porque sería un cobarde, pero un cobarde desahogado.

1 comentario:

  1. guau, me ha gustado el final, lo de: "un cobarde, pero un cobarde desahogado" jeje

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