Horas más tarde, mas o menos sobre las 4 de la madrugada el timbre volvió a sonar. Muy asustado teniendo en cuenta las horas que eran, cogió un palo de metal que usaba para sostener una pata rota de la mesa de su cocina y se decidió a abrir. Al abrir solo había una CD que colgaba de un hilo de pescar, que estaba atado en una especie de techado que había en la entrada de su casa.
Intrigado y asustado como el que más, escucho el contenido del CD. En el cual se podía escuchar la voz de una dulce niña entre carcajadas que decía: A la tercera va la vencida.
El hombre sin saber como interpretar el mensaje decidió no darle muchas vueltas y tras asegurarse de que todo estaba bien cerrado volvió a la cama. El pánico no le dejaba dormir.
Una única hora había pasado desde que el timbre sonó por última vez pero para él fue como sus 38 años de vida. Entonces sonó.
Esta vez aterrado no quiso abrir pero lo que más le asustaba es que no insistía quien quiera que fuese.
Casualmente el reloj extraviado de su salón marcaban las tres menos cinco y la aguja avanzaba hacia las tres pero siempre se quedaba marcando aproximadamente las 3 menos un minuto.
El sonido de las agujas del reloj era agobiante.
Como por arte de magia el reloj se soltó de la pared impactando contra el suelo de una manera brutal, cortando todo el silencio de la noche.
Sin fuerzas y agotado de no haber dormido casi nada en toda la noche, se levanto y cuando miro al reloj, estaba marcando las tres. ¿Os imagináis lo que viene ahora?
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